El vestido femenino más elemental es el de las jóvenes espartanas. Se trata del peplo abierto y corto que sirve tanto de túnica como de manto. Es un chal de lana bastante estrecho, atado simplemente en los hombros mediante una fíbula; no lleva cinturón ni costura. Tan sólo uno de los lados del cuerpo está abierto, el otro queda al descubierto al menor movimiento.
Si el repliegue era bastante largo, la parte posterior se podía pasar por encima de la cabeza para formar una especie de velo o capucha.
Cuando el repliegue permanecía en la postura normal se podía dividir en dos partes en la cintura mediante un cinturón. El cinturón no sólo mantenía los pliegues ajustados, y evitaba que la pierna derecha quedara al descubierto al caminar, sino que también despejaba el torso y contribuía a ofrecer una silueta más noble y austera; si la tela no se ajustaba sobre el pecho podía formar un abultamiento de pliegues huecos que los giegos llamaban colpos.
El peplo podía además quedar medio cerrado por una costura desde la cadera hasta el pie, e incluso estar totalmente cerrado, dejando una apertura para el brazo. El ajustado del plepo abierto era necesariamente asimétrico; el del peplo cerrado, por lo general tiene forma de cilindro.
La túnica de lino, es una pieza de tela rectangular, tal como sale del telar, pero los dos bordes superiores, en ambos lados, se unene en los hombros y a lo largo de los brazos mediante una serie doble de puntadas, y algunas veces con fíbulas, para formar mangas muy amplias. El cinturón forma un colpos. Esta larga túnica puede llevar, igual que el peplo, un doble pliegue sobre el pecho y la espalda .
Sobre la túnica en invierno llevaban varias clases de mantos: un chal sujeto como una bufanda sobre uno de los hombros, o bien un mantón redondo o un peplo que servía de vestido exterior, o también un largo himation abultado, tenía una caída más elegante por delante.
Llevaban con mucha frecuencia collares, pulseras, pendientes y aros alrededor de las piernas.
Las pulseras se llevaban en la muñeca, entre el codo y el hombro, cuando la parte superior del brazo estaba desnudo, son espirales o simples aros de oro o plata que puedan cerrarse con una figurilla; muy a menudo esta joya tiene forma de serpiente que se enrosca sobre sí mima.
En las orejas no llevaban adornos pesados y complicados, pero casi siempre llevaban unas pequeñas arandelas de metal precioso adornado; algunas veces se colgaban unas figurillas de animales, a modo de amuleto.
La moda de los aros en el tobillo o en las pantorillas estaba muy extendida y parece haber tenido un valor religioso, o más bien mágico.
Entre los accesorios del aseo femenino no debemos olvidarel abanico y la sombrilla, muy útiles en un país tan cálido y soleado.
El abanico es una simple pantalla con mango, que normalmente tiene forma de aro o de palmera, cuyo pedúnculo sirve de mango, o en forma de corazón. Algunas veces también es circular o tiene forma de palmeta. Estos abanicos eran de distintos colores: verdes, azules o blancos, e incluso dorados.
La sombrilla es un objeto de tela redonda tensada sobre un número determinado de varillas convergentes en un anillo que se desliza libremente a lo largo de un bastón que sirve de mango. A veces se colocaban flecos en el extremo de las varillas en todo el contorno de la sombrilla.
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