Llegó un tiempo en el que el orgullo y el mal genio de Zeus se hicieron tan intolerables que Hera, Poseidón, Apolo y todos los demás olímpicos, con excepción de Hestia, lo rodearon de pronto cuando dormía en su lecho y lo ataron con correas de cuero crudo, enlazadas en cien nudos, de modo que no pudiera moverse. Él les amenazó con matarlos al instante, pero ellos habían puesto el rayo fuera de su alcance y se rieron de él de modo insultante.
Mientras los dioses celebraban su victoria y discutan celosamente quién iba a ser su sucesor, La Nereida Tetis, previendo una guerra civil en el Olimpo, corrió en busca del gigante de cien manos Briareo, quien rápidamente desató las correas empleando todas las manos al mismo tiempo, y liberó a su señor.
Ya que Hera había encabezado la conspiración contra él, Zeus la colgó del firmamento con un brazalete de oro en cada muñeca y un yunque atado a cada tobillo. Los demás deidades estaban indignadísimas, pero no se atrevieron a liberarla a pesar de sus gritos lastimeros. Al final Zeus decidió ponerla en libertad si ellos juraban que no volverían a revelarse contra él, cosa que hicieron todos ellos por turnos y a regañadientes. Zeus castigó a Poseidón y Apolo enviándolos como siervos al rey Lacmedonte, para quien construyera la ciudad de Troya, pero perdono a los demás por haber actuado bajo coacción.
BIBLIOGRAFÍA:
• López Melero, Raquel "Diccionario de la mitología clásica" Editorial Alianza.
• Grimal, Pierre "Diccionario de mitología griega y romana" Editorial Laidos.
• Graves, Robert “Los mitos griegos 1” Editorial Alianza.
Mientras los dioses celebraban su victoria y discutan celosamente quién iba a ser su sucesor, La Nereida Tetis, previendo una guerra civil en el Olimpo, corrió en busca del gigante de cien manos Briareo, quien rápidamente desató las correas empleando todas las manos al mismo tiempo, y liberó a su señor.
Ya que Hera había encabezado la conspiración contra él, Zeus la colgó del firmamento con un brazalete de oro en cada muñeca y un yunque atado a cada tobillo. Los demás deidades estaban indignadísimas, pero no se atrevieron a liberarla a pesar de sus gritos lastimeros. Al final Zeus decidió ponerla en libertad si ellos juraban que no volverían a revelarse contra él, cosa que hicieron todos ellos por turnos y a regañadientes. Zeus castigó a Poseidón y Apolo enviándolos como siervos al rey Lacmedonte, para quien construyera la ciudad de Troya, pero perdono a los demás por haber actuado bajo coacción.
BIBLIOGRAFÍA:
• López Melero, Raquel "Diccionario de la mitología clásica" Editorial Alianza.
• Grimal, Pierre "Diccionario de mitología griega y romana" Editorial Laidos.
• Graves, Robert “Los mitos griegos 1” Editorial Alianza.